Ciudad Juárez.- La administradora de la Aduana en Ciudad Juárez, Norma Deirdré Bazán Mayagoitia terminó este día su gestión en la Aduana de esta frontera, informaron fuentes al interior del lugar.
Según se informó no pudo con la Aduana, ni con los ‘incontrolables’ manejos de corrupción al interior de la dependencia federal.
La funcionaria de la 4ª transformación le quedó debiendo al ‘Súperdelegado’ federal en Chihuahua, Juan Carlos Loera de la Rosa, que la víspera, se ufanaba de la llegada y del trabajo de la administradora, que deja Juárez, pero será llevada a la Aduana de Tijuana, Baja California.
Es decir, un enroque en el gobierno para cubrirla, en medio de las tempestades y los señalamientos de corrupción, de una mujer que llegó al cargo con ínfulas de poder, y con aires de libertad para hacer y deshacer, al punto de traicionar a quienes le compartieron del generoso ‘pastel’ de la corrupción y de miles de dólares que mensualmente y producto del contrabando documentado, tenían como destino la Ciudad de México.
Que ironía, pero la maestra Norma Deirdré Bazán Mayagoitia, no pudo cumplirle cuando menos en Ciudad Juárez al gobierno de la 4ª transformación, que mantiene en el papel -aunque no en el ejercicio de la autoridad-, al menos en lo que concierne a la Aduana Fronteriza de Juárez, las premisas de las “Buenas prácticas de gobierno” y la “No corrupción”.
Y vaya que su llegada, por mero accidente a la Aduana, de la que muy poca gente está enterada, generó expectativas positivas por el perfil académico y su impecable pasado, que al decir de algunos de los operadores de la dependencia federal, no pudo resistir a los cañonazos de billetes.
O como lo dijo hace unos días en un texto enviado a este periodista por un viejo administrador de la Aduana, haciendo alusión a palabras textuales citadas por el ex gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, de que en política, no hay amigos, sino cómplices.
Y esa complicidad es la que le atribuyen por ‘error’, desconocimiento, inexperiencia o falta de tacto político, a Norma Deirdré Bazán que se sintió una Semiodiosa para hacer y remover entre el personal de la Aduana Fronteriza de Juárez.
Y la maestra ha corrido con mucha suerte, y seguramente se la debe a Juan Carlos Loera, porque extraoficialmente se va a la Aduana de Tijuana.
Nada más para que usted tenga una idea de los movimientos de la dependencia, en números redondos, semana a semana la Aduana de Juárez está obligada a reportar entre 300 y 400 mil dólares, producto de la ‘polla’ y de la corrupción del sistema.
Dicen los hombres bien enterados al interior de la Aduana, dicen que la maestra sintió el calorcito de los billetes en sus manos y que le gustó.
Tan así, que en las leyendas tejidas de esta breve y fugaz historia de Norma Deirdré por la Aduana de Juárez, se cuenta que en los pocos meses de poder, el dinero transformó –no a la maestra-, pero sí, sus gustos y la buena vida que da el poder de la marmaja.