Agencia Red Norte
Estado

A dos meses seguimos exigiendo justicia para la Tarahumara: Jesuitas de México

Cerocahui.- A dos meses del asesinato de nuestros mártires Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, mientras cumplían su misión apostólica en la Sierra Tarahumara, y de los laicos Pedro Palma y Armando Berrelleza, seguimos sin obtener justicia.

Reiteramos nuestro llamado a los tres niveles de gobierno para que avancen las investigaciones judiciales, que no se pierdan en los laberintos de la impunidad y que se garanticen las condiciones de seguridad para los pobladores, en una zona donde aún prolifera el miedo.

Estamos convencidos de que sin justicia no habrá reconciliación en la zona rarámuri y por eso, a la par de nuestra exigencia, desde la Compañía de Jesús mantenemos nuestro compromiso para proyectar soluciones que permitan avanzar hacia la pacificación del país, porque a 62 días de esos dolorosos crímenes, otros hechos de violencia se han sumado a esta crisis que padecemos.

En este sentido, desde la Compañía de Jesús invitamos a las y los mexicanos en general a seguir los “Diálogos por la Justicia y la Reconciliación para la Paz” que impulsamos con la CEM y la CIRM. Este 21 de agosto, oraremos con la intención especial de que acabe la extorsión, un delito que lesiona el tejido social y profundiza las desigualdades económicas.
De la misma manera, el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) convoca a la sociedad mexicana a participar, a partir de mañana, en las “Jornadas por la Paz con Justicia en México”, cuyo objetivo es proyectar soluciones que permitan aportar hacia la pacificación del país.

Reiteramos que la violencia que vivimos no se resuelve con estrategias que implican la ampliación de las capacidades del ejército, como quedó demostrado en la historia reciente. La militarización no es la respuesta, es sólo un paliativo que pone en riesgo la paz. Insistimos, frente a décadas de violencia, que el modelo de seguridad en todo el país debe ser revisado.

La justicia es una obligación del Estado y es también un justo tributo a nuestros hermanos Javier, Joaquín, Pedro y Armando, así como a las miles de víctimas de la violencia en el país, cuyos nombres se mantienen en el corazón de sus deudos.